Affari nostri
Un libro para comprender los vínculos entre Italia y Argentina en el período de la última dictadura militar argentina.
Anticipo: Prefacio de Claudio Tognonato
Silencios, complicidades y negocios
Claudio Tognonato
Fueron ocho largos años de denso y cotidiano terror, y a pesar de que
decenas de años nos separan de esos hechos, son historia viva. Resisten
porque los desaparecidos dejan tras de sí un vacío, la presencia de una
falta. Son muchos los que advierten esta ausencia: los familiares de las
víctimas, los sobrevivientes y una sociedad que ha perdido el miedo y
no quiere cerrar los ojos. La consecuencia es un punto sin retorno, un
Nunca más indispensable para restablecer la conciencia del valor de
los derechos humanos.
Si bien en Argentina el régimen hizo desaparecer en el silencio a
miles de personas, la justicia –de alguna manera– ha logrado en algunos
casos y con gran difi cultad, encontrar las pruebas y condenar
a los responsables. Los desaparecidos son, sin embargo, 30.000, y muchos
torturadores y asesinos aún permanecen libres y sin castigo. En
Italia han sido procesados y condenados algunos militares argentinos
por crímenes cometidos contra ciudadanos italianos. Las sentencias
de los tribunales italianos han contribuido también a la construcción
de la unánime condena internacional y al desarrollo de la noción de
crímenes de lesa humanidad, en cuanto delitos que ofenden al género
humano en su totalidad. Delitos cuya gravedad no conoce fronteras,
no tienen un límite de jurisdicción ni de prescripción. La dura condena
de la justicia italiana no fue efectiva, ninguno fue detenido, ya que
todos fueron procesados y condenados en contumacia.
Con el tiempo, el gobierno de Néstor Kirchner en 2003 derogó las
leyes de Punto final (1986) y de Obediencia debida (1987), normas que
impedían los procesos judiciales en Argentina. Desde entonces, muchas
causas han llegado a sentencia, otras están en proceso, y la incesante
apertura de nuevas instancias muestra cuán actual es aún hoy el
deseo de justicia.
Este trabajo quiere ir por encima de las condenas a los directos responsables
de cada uno de estos delitos. Ha llegado el tiempo de detenerse
para comprender, con la mayor profundidad, cómo todo esto ha
sido posible. Las denuncias de violaciones de los derechos humanos se
han concentrado sobre sus autores materiales: militares y paramilitares,
cuya acción no habría podido desenvolverse sin inconvenientes si
no hubiera sido favorecida por algunos sectores de la sociedad.
Nos hemos preguntado: ¿qué pasaba en Italia mientras Argentina
se hundía en la noche de la dictadura militar? ¿Cómo fueron las relaciones
entre la democracia italiana y aquel régimen, ya defi nido
por la comunidad internacional como uno de los más despiadados
del siglo xx? ¿Estaban informados de cuanto sucedía en Argentina?
¿La sociedad y la clase política italiana seguían los acontecimientos?
¿Reaccionaron? ¿Cómo eran los contactos comerciales y económicos
con los militares? Y las instituciones, ¿se destacaron por defender la
integridad física de los desaparecidos de origen italiano, emigrados o
hijos de emigrados? Vemos, pues, que quedan muchos interrogantes
abiertos.
Sintéticamente, nuestro objetivo es analizar las dinámicas de las relaciones
entre Estados, en presencia de la violación sistemática de los
derechos humanos ocurrida en uno de ellos, comprender los procesos
históricos, protagonistas, cómplices, estructuras políticas y económicas
que hicieron posible prolongar en el tiempo aquel silencio que permitió,
a los militares argentinos, perpetrar una metódica y cotidiana
violencia. En nuestro caso concreto, el objetivo apunta a la reconstrucción
de la realidad de las relaciones ítalo-argentinas en el período de
la dictadura.
A veces, la defensa de los derechos humanos queda sólo una declaración
de papel. Ocurre que esos derechos se mantienen en primer
plano mientras no entren en confl icto con fuertes intereses económicos
y políticos. En estos casos, las normas se repliegan, se transforman
en una mera enunciación formal que sucumbe escondiéndose detrás
de la realpolitik. Quien se opone a esta lógica es considerado un ingenuo,
una persona fuera del mundo, un utópico.
El estudio del caso argentino es emblemático por su extensión,
crueldad y duración. La desaparición de miles de cuerpos arrojados
vivos en medio del mar, los campos de concentración y exterminio, el
uso sistemático y programado de la tortura hacen referencia a un plan
preciso, que se instala por encima de la eliminación del adversario.
Los desaparecidos son parte de una estrategia que pretendía anular el
pasado y reescribir la historia.
En su despiadada represión no hubo acciones clamorosas; sabemos
ya que se actuaba de noche, grupos anónimos sin uniforme secuestraban
a los disidentes o a quienes se presumía de tales. Luego, la nada
absoluta.
Las víctimas no terminaban presas, no había procesos ni condenas
a muerte, no se fusilaba, no se encarcelaba. Los desaparecidos eran clasifi
cados en los campos de concentración diseminados en todo el país.
Allí eran torturados y después «transferidos», esto es, eliminados.
Frecuentemente, los jerarcas de la Junta se hacían ver en la iglesia,
junto a los dignatarios de la curia. Los militares argentinos cuidaban
mucho su imagen. Se preocupaban por aparecer como garantes del
orden y de la reorganización del país. Declaraban que la suya era una
cruzada en defensa del modelo occidental y cristiano. Temerosos de
ser descubiertos, estaban preocupados por una eventual condena internacional,
porque su proyecto preveía un trabajo largo, cotidiano y
lento, pero inexorable.
Para hacer más eficaz el ocultamiento de sus acciones, confi aron
en especialistas que organizaron diversas campañas de propaganda,
con el fin de enfrentar aquello que para muchos ya constituía una
evidencia. Luego, el campeonato mundial de fútbol de 1978 fue una
oportunidad para ganar tiempo, rehabilitar su imagen internacional y
lograr simpatías internas a través del «nacionalismo de la pelota». En
París fue creado un Centro Piloto destinado a contrarrestar la campaña
antiargentina, infi ltrándose asimismo en los grupos que denunciaban
cuanto estaba ocurriendo. Esta preocupación demuestra que también
ellos, aun disponiendo sin reparos de la vida y la muerte, tenían gran
necesidad de consenso. ¿Qué habría sucedido si la comunidad internacional
hubiera condenado al régimen?
La importancia de las relaciones de sangre, culturales, comerciales y
económicas entre Italia y Argentina abre un interrogante que nos concierne.
¿Qué ha hecho en aquellos años Italia? Poco, por cierto. El desarrollo
de los intereses económicos continuó. Italia nunca concedió refugio
político a ningún exiliado argentino. La Embajada en Buenos Aires
cerró sus puertas para evitar lo que había sucedido en el vecino Chile.
En Italia eran los años de oro de la Logia P2. Licio Gelli había construido
su propio poder entrelazando intereses italianos y argentinos,
primero con Perón y López Rega, después con Massera y la dictadura.
La comisión parlamentaria que investigó a la logia masónica señaló la
necesidad de profundizar las relaciones internacionales de la P2.
Los autores, conscientes de la enorme difi cultad, aceptamos el desafío
y hemos tratado de dar algún paso en aquella dirección. Con
estas páginas, más que un trabajo concluido, se quiere transmitir una
invitación a proseguirlo.
El libro aborda la temática desde diversos puntos de vista. Algunos
de nosotros hemos sido protagonistas y hemos vivido lo que se cuenta,
otros han estudiado con pasión las vicisitudes de los desaparecidos desde
diversos ángulos: historia, literatura, economía, política, sociología.
Este volumen nace de una investigación en la que han participado diversas
universidades argentinas e italianas. Affari nostri son las primeras
conclusiones del grupo de trabajo italiano.
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