
Dos novelas cortas
Desde su aparición hacia mediados de los sesenta, las dos novelas de Leonor Picchetti, han ocupado los lugares más incómodos de algunas bibliotecas familiares (…) libros molestos, aquellos que hunden el dedo en la llaga de las sólidas certezas y atacan de frente las buenas costumbres de los lectores desprevenidos, y para colmo de males, escritos sin orden lógico y sin principio ni fin. Desde estos paradigmas fueron leídas y calificadas las dos obras cuando irrumpieron la calma literaria de Jujuy en la década del 60. A la perplejidad sucedió el espanto, y al espanto, la censura y el silencio. Desde entonces, estas novelas han circulado en un radio pequeño de “curiosos y desprejuiciados” lectores afectos a la buena literatura. María Eduarda Mirande
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